sábado, 8 de agosto de 2009

"Valores olvidados e interpretados en violencia"



Podemos seguir afirmando que somos una sociedad civilizada cuando, ahora más que en un tiempo antaño, la violencia está presente en nuestras vidas. Algunos la justifican como el único medio para hacerse escuchar, pero y en otros casos, ¿Por qué una madre mató a zapatazos a su niña de dos años sin conmoverse ante su llanto y luego comer partes de su cuerpo? ¿Qué puede motivar a un hombre a golpear cruelmente a su esposa, luego ahorcarla y tirar su cuerpo al mar dentro de una maleta? ¿Qué justificación razonable lleva a un grupo de jóvenes a agredirse con cadenas, piedras, palos y puñales al finalizar un partido de fútbol? ¿Por qué un grupo de jóvenes torturan a un homosexual? ¿Cómo un padre puede abusar sexualmente de su pequeña hija durante varios años? ¿por que abandonar a los ancianos? Y así, existe el tráfico de órganos de niños, explotación infantil, prostitución infantil, abortos, niños utilizados en las zonas de guerra para detectar las minas, otros son obligados a ser guerrilleros y muchas otras degeneraciones.
Y aunque para algunos la importancia de la familia les parezca un tema muy trillado, nunca dejará de serlo. Pues si tomamos en cuenta que las personas descritas en estos terribles hechos alguna vez fueron niños, entonces cabe preguntarse, ¿Qué ocurrió en su infancia? ¿Tuvieron a alguien que los quisiera, educara y protegiera? ¿Cuándo se volvieron crueles?
Buscamos las causas de los problemas y cuando las encontramos no las rectificamos. Hoy en día esto, es lo que podemos apreciar en muchos hogares.
Por ejemplo, atrás quedaron frases como: ¡Hola hijo! ¿Qué hiciste hoy? ¡Ese programa no puedes ver! ¿Te puedo ayudar en algo? ¿Cómo te fue en el trabajo?; o conversar sobre una película, noticia o cualquier acontecimiento. Con el tiempo hemos ido remplazando a la comunicación familiar por horas en la televisión, el internet, el cine, salidas de fin de semana pero, aisladamente sin tomar en cuenta que a veces también las podemos compartir en familia.
Finalmente tenemos resultados negativos en los hijos, quienes conviven con otras personas en la escuela, colegio, universidad, trabajo, etc. Que en conjunto somos la sociedad.








Heidi Juárez Cortijo

LENGUA Y LITERATURA

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